Muchas veces, cuando escuchamos el término “inteligencia emocional”, palabras como felicidad, miedo, tristeza, angustia, alegría, vergüenza, etc., nos vienen a la cabeza y, la verdad es que no nos falta razón, pero ¿sabemos realmente lo que es la inteligencia emocional? ¿Cómo se relaciona con la educación? ¿se puede mejorar con el paso del tiempo? ¿se aprende?
David Goleman en su libro La inteligencia emocional
la define como “la capacidad que tienen los seres humanos de conocer sus
propios sentimientos y los de los demás para aprender a gestionarlos mejor”.
A partir de esta definición, me planteo la siguiente
pregunta: ¿somos los docentes personas emocionalmente inteligentes? A lo largo
de mi educación y, también ahora como docente, me he encontrado con profesores
que simplemente se centran en los aspectos académicos de sus estudiantes y
dejan de lado el factor emocional, lo cual está estrechamente relacionado; si
un alumno reconoce sus emociones y es capaz de gestionarlas, tendrá más
recursos para afrontar mejor los eventos estresantes que surgen con frecuencia
en el contexto educativo. Del mismo modo, me he encontrado con profesores que
priorizan el factor emocional al académico y lograba una relación estrecha y
sólida con sus estudiantes, ayudándoles así a evolucionar tanto en el ámbito
escolar como en el personal.
En el libro Docentes emocionalmente inteligentes de
Cabello, Ruiz-Aranda y Fernández-Berrocal se puede encontrar una frase que hace
referencia a este aspecto: “los docentes con mayor capacidad para
identificar, comprender, regular y pensar con las emociones de forma inteligente
tendrán más recursos para conseguir alumnos emocionalmente preparados”. Por esto, se considera que la inteligencia
emocional está estrechamente vinculada con la educación y se ha de dedicar
tiempo a este aspecto para que los alumnos sean capaces de evolucionar en todos
los ámbitos de su vida y poder ayudarles así a regular sus emociones y, de
alguna manera, sus sentimientos.
Me gustaría mostraros una infografía en la que podemos ver
algunas ideas clave para estimular la inteligencia emocional en educación;
quizá está más orientada a niños, pero creo que al final, todo se puede adaptar
para las clases con adolescentes y adultos.
Para acabar, me gustaría abrir un debate y poder leer
vuestras opiniones acerca de este tema:
Qué busca un profesor, ¿alumnos felices o alumnos brillantes? Desde mi punto de vista, ninguna persona podrá ser brillante sin antes ser feliz.
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